Síndrome de disincronía en superdotados
Síndrome de disincronía es la falta de sincronización en el desarrollo intelectual, social, afectivo, físico y motor de un niño superdotado. Fue descrito por Jean Charles Terrassier en 1994. Ésta podría dividirse en dos grandes bloques: disincronía interna y disincronía social. Bien es sabido que las personas superdotadas intelectualmente se enfrentan en muchos casos a una serie de dificultades vitales que les afectan día a día y con más intensidad en los primeros años.
Estableció varios tipos de disincronías, que pueden agruparse en dos bloques: la disincronía externa (o social) y la interna.
En el primer caso, la social, incluye:
- Disincronía niño-escuela, que se produce porque el desarrollo mental del superdotado es mayor al del resto de la clase. Al verse obligado a seguir un ritmo de estudios inferior al que sus capacidades le permiten, obtendrá resultados mediocres o llegará a tener dificultades para adquirir disciplina y se frustrará con rapidez. Puede presentarse fracaso escolar.
- Disincronía niño-padres, patente cuando los padres no estimulan ni tratan adecuadamente la precocidad, el talento o la superdotación de los niños.
En el segundo caso, la disincronía interna se refiere a:
- Disincronía entre inteligencia-psicomotricidad (dificultades para coordinar una gran agilidad mental con los torpes movimientos de las extremidades infantiles).
- Disincronía entre distintos sectores del desarrollo intelectual (como razonamiento-lenguaje, caso en el que al principio les cuesta expresar los pensamientos con verbo).
- Disincronía capacidad intelectual-afectividad. Este caso suele hacer sufrir en mayor medida a infantes y familiares. Consiste en una incapacidad para procesar tanta riqueza mental, en una dificultad a la hora de comprender las emociones, los propios temores y angustias, de forma madura.
Como podemos ver, los problemas que suelen aparecer en niñas y niños superdotados, tienen que ver con estos desajustes o desfases entre áreas del crecimiento personal, y no con las capacidades en sí, como suele pensarse.
Sería pues la falta de integración propia y en el conjunto social el verdadero talón de Aquiles; lo que ocasionaría desequilibrios capaces de generar conductas de represión de la intelectualidad. El niño o la niña, llega a verse en la situación de tener que “disimular” su valía para formar parte, como un miembro más, del grupo, y así obtener la aceptación de sus iguales y familiares, y eliminar envidias o rencores.
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